Los cuerpos se están volviendo ciudades, sus coordenadas temporales son transformadas en coordenadas espaciales. En una condensación poética, la historia ha sido sustituida por la geografía, las historias por los mapas, las memorias por los escenarios. Ya no nos percibimos a nosotros mismos como continuidad sino como ubicación, o mejor dicho como desubicación en el cosmos urbano/suburbano.
CELESTE OLALQUIAGA, MEGALOPOLIS, 1992
Marcel Proust decía que el verdadero viaje de descubrimiento no consistía en buscar nuevos paisajes sino en tener nuevos ojos, como metáfora del adormecimiento de nuestra percepción provocado por la rutina. En efecto, ser forastero –no pertenecer a un lugar- despierta nuestros sentidos. Y es que para la mirada del turista, viajero o extranjero recién llegado, las cosas percibidas permanecen como meras imágenes, significantes que no han cobrado sentido aún y que por ende tampoco lo han perdido, volviéndose hábito. El habitar implica crear hábitos (del latín habitare que se define por el acto de residir, detenerse y habituarse) y supone la apropiación del espacio (habitare es familiar de habere: haber, tener). Por ello, para el habitante de un lugar, las calles, las personas, los lugares y los desplazamientos se vuelven evidencias que terminan por desaparecer como imágenes para convertirse en puros significados para sus usuarios.
Proust insistía en que la percepción del mundo exterior era como el sueño, donde bastaba una modificación de nuestros hábitos para volverlo poético. Con esto, auguraba que la misma condición de novedad de los territorios no era ilimitada y que un siglo después, viviríamos en la era de “la muerte del exotismo” acuñada por Marc Augé, obligándonos, a falta de nuevos lugares por descubrir, a inventar nuevas formas de posar nuestros ojos en el entorno. Ahora, si bien fue contemporáneo del nacimiento de la fotografía y el cine, lo que Proust no podía predecir es que aquellos “nuevos ojos” serían posibles en la era digital a través de lo virtual.
Andrés Durán, en “Monumento Editado” inventa una nueva mirada e interviene digitalmente la escultura pública del barrio cívico de Santiago que rodea la galería donde expone este proyecto. Se trata de aquellas estatuas propias a una época donde el arte estaba al servicio de los grandes relatos históricos y mitológicos: dioses, emperadores, próceres, militares, políticos y personajes públicos que han poblado nuestros manuales escolares con historias cuyos detalles terminamos por olvidar. De hecho, el valor estético y patrimonial de los centros históricos con sus edificios y monumentos –todo aquello perteneciente a otro tiempo, propio a la ciudad turística- tiende a “desaparecer” para el habitante, convirtiéndose en material visual que solo los turistas miran y fotografían, guiados por folletos que les indican “lo importante” a visitar. Incluso, aquella idea de reintegrar el patrimonio turístico a la verdadera ciudad habitada, ha llevado a gobiernos e instituciones de distintos lugares del planeta a instaurar “Días del patrimonio”, invitando al habitante a ser turista por un día y a re-descubrir el espacio urbano. Durán, consciente de aquellos desatendidos emplazamientos urbanos, decide hacer nuevamente visible estos monumentos, actualizándolos y haciéndolos dialogar con el tiempo presente. Asumiendo que “[…] en ningún caso el monumento puede vivir sin una revalorización permanente del imaginario, sin una actualización resemantizada del mismo que permanentemente le diga algo a la dinámica de la ciudad a la que se debe”.[1]
Se trata aquí de hacer visible lo inadvertido y desapercibido, pero en vez de quedarse en la mera designación del lugar a través del registro fotográfico o videográfico, el artista decide, mediante programas de modelación 3D y manipulación digital cubrir los monumentos escultóricos, creando nuevas formas asociadas al original, continuando patrones decorativos de relieves, invirtiendo y duplicando pedestales. En las imágenes resultantes, vemos vestigios-fragmentos de cuerpos escultóricos que a ratos parecen envueltos por una hipotética cubierta de cemento o al revés, emergiendo de la piedra o liberándose de su molde. Esas figuras si bien parecen estar atrapadas, paradójicamente, bajo la lógica de lo oculto, se hacen más visibles que nunca. Hacer visible lo invisible –y no reproducirlo, citando a Paul Klee- es una estrategia de trabajo que por cierto nos recuerda las envolturas de espacios públicos de los artistas Christo y Jeanne Claude, quienes aspiraban a mostrar ocultando; es decir mostrar de nuevo lo mismo pero de otra manera: cubriendo o tapando.
“Monumento editado” reúne una serie de fotomontajes ordenados bajo cuatro categorías: “Prócer sentado”, “Prócer de pie”, “Ecuestre” y “Escenas mitológicas”. Dicha tipologización a través del título opera en dos niveles de lectura. Por un lado, permite la identificación y asimilación a un tipo, de aquella figura casi enteramente cubierta, exacerbando el carácter repetitivo, serial, casi estereotipado de la función conmemorativa del momento. Por otro lado, al optar deliberadamente por estrategias tipológicas, enfatiza el anonimato e invisibilidad de aquellos monumentos, situándolos en las antípodas de la función inicial: honrar un personaje, recordar un lugar o celebrar una fecha.
A la serie de fotomontajes se suma un video proyectado, cuyo movimiento y audio-visualidad exacerban la ficción, creando una tensión entre verosimilitud y extrañeza, haciendo que la interpretación del espectador fluctúe entre creer en la existencia de una posible escultura contemporánea en torno a la revisión histórica o imaginar una nave extraterrestre a punto de despegar. Así, el producir nuevos imaginarios aprovechando la condición tanto verosímil como artificial de la imagen tecnológica permite no sólo crear una ilusión, sino que además de forma inesperada, hablarnos aún más de lo real. En efecto, en la era de los flujos de información y saturación de imágenes ya es lugar común “diabolizar” la excesiva manipulación digital. Mas, a diferencia de las idealizaciones de los medios de comunicación, Durán opta deliberadamente por inventar una nueva realidad para hacernos tomar consciencia de la verdadera: el cómo habitamos la ciudad hoy.
[1] YORY, Carlos Mario, Del monumento a la ciudad, El fin de la idea de monumento en el nuevo orden espacio-temporal de la ciudad, CEJA, Bogotá, 2002, p. 21
PERDIDOS EN EL ESPACIO
Nathalie Goffard
Bodies are being transformed into cities; their temporary coordinates are being transformed into spatial coordinates. in a poetic condensation, history has been substituted by geography, history by maps, and memory by scenery. we no longer see ourselves as duration, but as a location, or more precisely as disorientation within the urban/suburban universe.
CELESTE OLALQUIAGA, MEGALOPOLIS, 1992
Marcel Proust said that the real voyage of discovery consists not in seeking for new landscapes, but in having new eyes, as a metaphor for our perception’s drowsiness caused by routine. In fact, being an outsider– without a sense of belonging– awakens our senses. To the perception of a tourist, traveler or recently arrived foreigner, perceived images remain as mere observations, whose signifiers have not acquired significance yet, and thus have not lost it, becoming a custom. Inhabiting implies creating habits (from Latin, habitare that is defined by the act of residing, detaining, and getting accustomed to) and presumes appropriation of space (habitare is similar to habere: to have). For this reason, to the inhabitant of a place, streets, people, places and movement become evidences that eventually disappear as images, and become only meanings to its users.
Proust insisted that our perception of the exterior world was like a dream, where a mere change in our habits would turn in into poetry. With this, he predicted that the territories’ condition of novelty was not unlimited, and that a century later, we would live in the era of “death of exoticism” formulated by Marc Augé, forcing us to invent new ways of posing our eyes on our surroundings, due to the lack of new places to discover. Although he was contemporary to the birth of photography and cinema, Proust could not predict that those “new eyes” would be possible in the digital era through virtual reality.
In “Edited Monument” Andrés Durán invents a new gaze as he digitally transforms the public sculpture within Santiago´s civic quarters, which surrounds the gallery where this project is exhibited. He deals with those statues related to an era where art was created to the service of great historical and mythological tales: gods, emperors, heroes, soldiers, politicians and public figures that have inhabited our school books with stories which we end up forgetting. In fact, the aesthetic and patrimonial value of historical centers with its buildings and monuments– all belonging to another era, characteristic of a touristic city– tend to disappear for the inhabitant, becoming visual matter that only tourists look at and photograph, guided by brochures that indicate what is “most important” to visit. Moreover, the concept of reintegrating touristic patrimony to the real inhabited city, has led governments and institutions in different parts of the planet to establish “Patrimony days”, inviting the resident to become a tourist for a day and rediscover urban space. Conscious of those unattended urban sites, Durán decides to make these monuments visible again, by updating them and creating a dialogue with present time.
Assuming that “[…] in no case can a monument survive without a constant revaluation of its imagery without updating its semantics, which permanently talks about the dynamics of a city to which it is indebted”. 1
This is about making visible what goes unnoticed. However, instead of merely appointing the place through photographic or video graphic record, through 3D modeling programs, and digital tampering, the artist decides to cover the historical monuments. This way he creates new shapes associated to the original by continuing decorative relief patterns, inverting and duplicating pedestals. In the resulting images, we can observe the vestiges-fragments of sculptural bodies that at times seem to be covered by a hypothetical cement cover, or inside out, emerging from the stone or being liberated from their cast. Paradoxically, even though those figures seem to be trapped, under an occult logic, they seem to be more visible than ever. Making visible the invisible- not reproducing it, citing Paul Klee- is a strategy that reminds us of the artists Christo and Jeanne Claude´s wrapping of public spaces. They aspired to reveal while hiding; this meant to show the same image but in a different manner: covering or concealing.
“Edited Monument” brings together a series of photographic set ups organized in four categories: “Seated Hero”, “Standing Hero”, “Equestrian”, and “Mythological Scenes”. Through its titles, this typological organization works in two levels of interpretation. On one hand, it enables the identification and comprehension of a character, of that almost entirely covered figure, exaggerating the serial- like and almost stereotyped repetitive quality of the moment’s memorial purpose. On the other hand, by deliberately choosing typological strategies, he emphasizes those monuments’ invisibility and namelessness, opposing them to the initial purpose: to honor a character, commemorate a place or celebrate a date.
A projected video is added to the series of photo collages, whose movement and visual audios exaggerate fiction, creating tension between reality and strangeness. The spectator’s interpretation oscillates between believing in the existence of a possible historical contemporary sculpture, and imagining an unidentified flying object about to take off. In fact, by taking advantage of the realistic as well as artificial condition of the technological image, not only does the production of new imagery allow the creation of an illusion, but also unexpectedly, it speaks further of reality. In effect, in the era of information flow and saturation of images, it is commonplace to give excessive digital handling a devil- like quality. Moreover, in contrast to idealizations created by media, Duran chooses to deliberately invent a new reality to make us become aware of the real existence: how we inhabit the city today.
[1] YORY, Carlos Mario, From the monument to the city, The end of the idea of a monument in the city´s new order temporal-
long life for a monument space, CEJA, Bogotá, 2002, pg. 21